Isabel Suárez
Con la llegada al mundo del nuevo iPhone Air, me lo he planteado más de una vez. Queremos un móvil o buscamos exclusividad???
Durante años, el mercado de los smartphones ha estado marcado por una especie de rutina en la que cada temporada llegaba un nuevo modelo, con una cámara un poco mejor, una pantalla más brillante y un procesador más eficiente. Y sí, todos corríamos a comprarlo. Pero algo ha cambiado. Hoy, la gente ya no quiere simplemente el teléfono de siempre, busca algo más. Busca una joya exclusiva.
Hasta hace poco, tener el último iPhone o el mejor Android era suficiente para diferenciarse. Hoy ya no. Todos tenemos smartphones potentes en el bolsillo y, en la práctica, todos hacen lo mismo. Lo que el usuario busca ahora no es solo tecnología, sino identidad. Quiere que su teléfono diga algo de él, que sea tan personal y único como su estilo de ropa o su reloj.
De la herramienta de siempre al objeto de deseo
Apple lo sabe mejor que nadie. Sus iPhone dejaron de ser únicamente un dispositivo tecnológico para convertirse en símbolos de estatus. Pero ya no basta con eso. Los usuarios ahora buscamos detalles exclusivos, ediciones limitadas, acabados diferentes, colores que nadie más tenga. Ahora comprar un móvil es como comprar un anillo o un coche de lujo.
Marcas como Vertu ya lo intentaron hace años con móviles de lujo bañados en oro y diamantes, pero fracasaron porque la tecnología no estaba a la altura. Hoy, el escenario es distinto ya que Apple, Samsung y otras compañías tienen la capacidad de ofrecer un producto premium en lo técnico y lo estético. Y el consumidor está dispuesto a pagar más si siente que no compra solo un teléfono, sino una pieza única, casi como una obra de arte tecnológica.
Quizá en un futuro ya no hablemos tanto de potencia, porque todos los teléfonos cumplen de sobra, sino de exclusividad: ediciones especiales, colaboraciones con marcas de moda, diseños personalizados, materiales únicos. El smartphone ya no es solo la herramienta que usamos cada día: se ha convertido en una joya moderna que llevamos siempre encima.
En definitiva, la gente ya no se conforma con tener un buen teléfono. Quiere una joya exclusiva que le represente, que sea más que tecnología: un símbolo de estilo, estatus y personalidad.
